Me pesa el tiempo sin saber de ti,
me duelen los minutos al pensarte...
Salté al vacío
sin llevar conrazón de repuesto,
he estrellado mi copa vacía
contra la pared de tus silencios,
no sé cómo llevarte
a mi rincón más secreto...
Te he perdido de vista
y ya te echo de menos,
me sobran los gramos que no son de tu cuerpo,
intenté volar sin motores
y amanecí en el suelo,
quise compartir contigo mis febreros
y ahora no tengo tu calor,
pero asún, no sé por qué coño tiemblo...
Anduve en la rama de la ilusión
pero ha dado la mano a tu sombra
y ambas se han marchado,
el vino me lo ofrece la soledad,
ahora es el momento
de que me digas que no...
Tengo ya los ojos rojos
de vivir a través de los excesos
que la tristeza me va ofreciendo,
me regalé en otras intenciones
esperando recuperar mis maneras,
las mismas que tenía antes...
No he sido capaz,
no sé por qué quiero esperarte,
viví de lo absurdo durante dos días
recorriendo direcciones, teléfonos, lugares
y sueños...
No me entiendo, me encierro,
te pienso, lloro, te recuerdo,
me desespero, te nombro,
no duermo, salgo, me pierdo,
escribo, canto, grito...
¡Silencio!
Mi corazón ha vuelto a perderse entre las sábanas
mientras cuando te marchabas
mis labios en silencio gritaban
el que sería mi último
te quiero.
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