Sé que no es la mejor forma de decirlo,
con los cuerpos a oscuras,
conteniendo el aliento,
pero a veces, las cosas, exigen su contrario
y nos fuerzan a amarnos con trampas y semanas,
con fatigas y esperas,
con fuego y con ceniza.
Y el plazo de esa noche,
fugaz e irrepetible
hace que sólo exista
una luz de reencuentro,
se convierte éste en simbolo de la fidelidad,
en memoria del daño
que impone la costumbre,
la forma más atroz de la melancolía.
No es la mejor forma
de aceptar la derrota,
de adentrarse en las redes
de las tradiciones del tiempo,
de abrazar a la memoria
para así, olvidarlo todo.
Lo sé... Pero no puedo romper el hechizo
y comenzar de nuevo.
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